Media hora más tarde llegamos a la orilla del río Guadiamar a su paso por la localidad de Gerena.
Dejamos los coches en una explanada desde la que se puede apreciar uno de los molinos de agua que hay en esta localidad.
Este primer molino está muy deteriorado por el paso del tiempo, pero el segundo molino que después visitaríamos estaba en muy buen estado de conservación.
Pensamos que antes de comenzar la segunda parte de la ruta nos daríamos un descanso, y comeríamos algo para reponer un poco las fuerzas.
Nos apoyamos en las bases de los árboles y entre risas, y charlas, comentamos la primera parte de la ruta.
Nos apoyamos en las bases de los árboles y entre risas, y charlas, comentamos la primera parte de la ruta.
Tras este breve descanso nos pusimos en marcha dirección al Puente de Matachica. En esta primera parte del recorrido no tuvimos problemas ya que seguimos unos indicativos de ruta.
A unos 500 metros encontramos el segundo molino.
Es un molino que bajo nuestra opinión con muy poco dinero se podría rehabilitar y hacerlo funcionar como antaño, ya que se encuentra en muy buenas condiciones. Con fines evidentemente turísticos.
Después del molino las señalizaciones de sendero se terminan, y el terreno se pone abrupto, con muchas piedras en el camino y el agua que nos dificultaba el paso.
Seguimos hasta que Pelayo nos dijo que no había paso para seguir, y entonces Ángel tuvo que buscar en la PDA un camino alternativo para intentar llegar a la presa del Guadiamar.
Es un molino que bajo nuestra opinión con muy poco dinero se podría rehabilitar y hacerlo funcionar como antaño, ya que se encuentra en muy buenas condiciones. Con fines evidentemente turísticos.
Después del molino las señalizaciones de sendero se terminan, y el terreno se pone abrupto, con muchas piedras en el camino y el agua que nos dificultaba el paso.
Seguimos hasta que Pelayo nos dijo que no había paso para seguir, y entonces Ángel tuvo que buscar en la PDA un camino alternativo para intentar llegar a la presa del Guadiamar.
Ángel propuso que dejáramos el cauce del río por un momento y subiéramos una loma para llegar a un sendero y así esquivar este obstáculo.
En la ascensión de la loma encontramos unos panales de abejas, y con algún recelo pasamos al lado de ellos con el peligro de que las abejas nos pudieran picar. Entre risas el Aranda decía !AY MAMA ¡.
Aquí nos pasó otra de las anécdotas graciosas del camino cuando nuestro amigo Manuel Almagro nos propuso sacar una foto a todo el grupo en la presa.
Manuel sacó un pequeño trípode de la mochila y se arrodillo con su cámara de vídeo como si estuviera rezando a la Meca, para poder así enmarcar a todo el grupo en la foto.
Manuel sacó un pequeño trípode de la mochila y se arrodillo con su cámara de vídeo como si estuviera rezando a la Meca, para poder así enmarcar a todo el grupo en la foto.
Después de unas fotos y un pequeño descanso para tomar algo de líquido, nos pusimos otra vez en camino siguiendo cauce del río.
El río no nos daba tregua y teníamos que cruzar de nuevo al otro lado, ya que era imposible pasar por dónde íbamos.
Caminamos por el margen derecho del río, encontrándonos muchas dificultades a nuestro paso. El grupo iba enterrado en maleza y muchas zarzas.
Llegamos a un punto del camino donde nos encontramos quizás con la mayor dificultad que el río nos tenía preparado.
No encontrábamos un paso para seguir adelante y no podíamos cruzar a la otra orilla ya que el río en ese lugar lleva demasiada agua.
No encontrábamos un paso para seguir adelante y no podíamos cruzar a la otra orilla ya que el río en ese lugar lleva demasiada agua.
Entonces nuestro amigo Manuel Almagro que iba en la cola del grupo se adelantó hacia la cabeza y nos dijo que iba a investigar.
Entre risas vimos como nuestro amigo se internó en la espesura de la maleza y marineaba en un tronco para no caer al río.
Entre risas vimos como nuestro amigo se internó en la espesura de la maleza y marineaba en un tronco para no caer al río.
Tras unos minutos consiguió esquivar el obstáculo y con voz potente nos avisó que se podía pasar. Nos pusimos en marcha siguiendo sus instrucciones consiguiendo pasar.
Después de cruzar un par de veces de una orilla a otra el grupo se reunió y vimos que con las crecidas del río se nos hacía imposible llegar al puente de Matachica.
Ángel con su PDA buscó un camino alternativo para llegar otra vez a la presa del Guadiamar sin tener que pasar otra vez por la zona tan complicada que habíamos pasado.
Ángel con su PDA buscó un camino alternativo para llegar otra vez a la presa del Guadiamar sin tener que pasar otra vez por la zona tan complicada que habíamos pasado.
Encontró un camino que nos llevaría directo hasta la presa, aunque con unas subidas y bajadas de una dureza considerable que estuvieron a punto de hacer desistir a parte del grupo, el cual prefería seguir por el río.
Menos mal que finalmente se le dio un voto de confianza a Ángel , que acertó completamente. Las vistas arriba en la montaña de la sierra eran verdaderamente Espectaculares.
Después de tener que andar por unas fincas de olivos y de saltar unas vallas de alambres, llegamos al camino que había visto Ángel en la PDA y que nos llevaría hacia la presa, pasando por unos parajes muy bonitos de la Sierra.
Entramos en un sendero muy frondoso la sorpresa nuestra es que pasaba un pequeño arroyuelo de agua, nuestro amigo Jose Alamo nos aseguró que por lo clara que llevaba el agua podría ser potable.
De todas formas por no estar muy seguro de que fuera potable, no llenamos las botellas, pero sí nos refrescamos la cara y mojamos nuestras gorras.
Nos encontramos una madroñera y comimos de sus frutos. Con la particularidad que la ingestión de sus frutos en gran cantidad puede provocar una borrachera. !CUIDADÍN!.
Dejamos la presa atrás y llegamos a un punto del río donde nada más cruzarlo llegamos al sendero que nos llevo a los coches y con ello el fin de nuestra autentica aventura.
Menos mal que finalmente se le dio un voto de confianza a Ángel , que acertó completamente. Las vistas arriba en la montaña de la sierra eran verdaderamente Espectaculares.
Después de tener que andar por unas fincas de olivos y de saltar unas vallas de alambres, llegamos al camino que había visto Ángel en la PDA y que nos llevaría hacia la presa, pasando por unos parajes muy bonitos de la Sierra.
Entramos en un sendero muy frondoso la sorpresa nuestra es que pasaba un pequeño arroyuelo de agua, nuestro amigo Jose Alamo nos aseguró que por lo clara que llevaba el agua podría ser potable.
De todas formas por no estar muy seguro de que fuera potable, no llenamos las botellas, pero sí nos refrescamos la cara y mojamos nuestras gorras.
Nos encontramos una madroñera y comimos de sus frutos. Con la particularidad que la ingestión de sus frutos en gran cantidad puede provocar una borrachera. !CUIDADÍN!.
Dejamos la presa atrás y llegamos a un punto del río donde nada más cruzarlo llegamos al sendero que nos llevo a los coches y con ello el fin de nuestra autentica aventura.
Llegamos al Centro del Guadiamar sobre las 15:30 horas de la tarde, donde nos esperaban unas migas y una caldereta preparadas expresamente para el grupo. El final de fiesta fue fenomenal.
Hasta otra amigos locandares.